es esencial que este cambio personal se traslade también a la esfera de lo doméstico. El crecimiento espiritual debe medirse por el progreso en la manifestación de amor, paciencia, bondad, etc., hacia aquellos con quienes vivimos. Más aún, debe recordarse que, debido al carácter fundamental de la familia, la última medida del impacto de la iglesia evangélica en la sociedad será su habilidad para resistir el giro social hacia la tendencia a la ruptura, y la promoción de una cultura de armonía familiar
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